viernes, 7 de septiembre de 2007

Olinka vive en Soweto

Africa

Un homenaje para toda esa gente golpeada por el autoritarismo de los paises poderosos.
En África había oro, diamantes, petróleo, bosques, agua... todo en abundancia. Ante la terrible situación en que se encuentra actualmente la mayoría de poblaciones africanas, tenemos que preguntarnos ¿dónde está la riqueza que -se supone- deja la explotación de estos recursos? La riqueza se fue, como se fue el futuro de todo un continente.

Fortuna de lograr objetivo


Y ha esto agregamos la migracion de las gente al continente Europeo haciendo del mar un verdadero cementerio de Pateras donde se sumerge la ilusion de la familias africanas, pero el que logra puede que tenga trabajo y envia dinero a su familia que triplica y mas los ingresos que con mucho sacrificio podrian lograr, que resultado tiene esto en la familias en que viven de esos dinero sin siquiera intentar invertir en algun negocio o explotar las tierras, tierras que cada dia son menos adecuadas para cualquier cultivo.


Coltan y niobio

Coltán y niobio. ¿Qué son? Cobalto y uranio son más conocidos. Más todavía: oro, diamantes, cobre y estaño.
Son todos minerales que hay en las montañas de esta región de la República Democrática del Congo (RDC), en áreas que por ser parques nacionales - declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO - deberían ser zonas protegidas.P ero no lo son (aunque algunos fueron asesinados por defenderlas, sólo en el Volcán Virunga mataron casi cien guardaparques), y la desolación que cada vez hay mas en el lugar hace ver la crueldad de estas multinacionales y la hipocresía internacional –que se lava las manos en vez de elegir el cuidado de la vida en vez del “progreso” comercial tecnológico.
¿Para qué se usan los cuatro primeros minerales que nombramos? El coltán, abreviatura de colombio - tantalio, está en algunos suelos de una antigüedad de tres mil millones de años, como aquellos de la región del Valle de la Hendidura de África. Se usa con el niobio para fabricar los condensadores para manejar el flujo eléctrico de los teléfonos celulares. Los otros dos, cobalto y uranio, son elementos esenciales para la industria nuclear, química, aerospacial y de armas de guerra. Los dos primeros prácticamente sólo se encuentran en esta región del mundo (alrededor del 80% de las reservas mundiales de coltán están en el Congo).

Por el control - sobre todo - de estos cuatro minerales escasos hay en África una guerra tremenda. Desde 1996, esta nación vive una tragedia donde (según Amnistía Internacional) ya murieron más de 3,9 millones de personas por las invasiones y guerras patrocinadas por los poderes multinacionales para controlar la minería de la región.
El motivo del genocidio es estos minerales que buscan las corporaciones.
En 1996, EE.UU. patrocinó una invasión de fuerzas militares de las vecinas Rwanda y Uganda. Hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras estratégicas. Muy pronto, el ejército rwandés comenzó a ganar más de 20 millones de dólares por mes con la minería del coltán. Aunque el precio del metal ha caído, Rwanda mantiene su monopolio de la explotación y comercio del metal del Congo. Hay cientos de informes sobre abusos de los derechos humanos en esa región minera. El coltán sale de las minas a puestos comerciales clave, donde lo compran mercaderes extranjeros que lo envían al exterior, principalmente a través de Rwanda. Las empresas con capacidad tecnológica suficiente convierten al coltán en el codiciado tantalio en polvo y lo venden a Nokia, Motorola, Compaq, Sony y a otros fabricantes que lo usan en teléfonos celulares y otros aparatos de tecnología “de punta”.
El periodista Keith Harmon Snow, de Z-Magazine, enfatizó en un artículo reciente que cualquier análisis geopolítico del Congo y de las razones por las que viene sufriendo una guerra casi inacabable desde 1996, requiere una comprensión del crimen organizado por negocios multinacionales. La guerra del Congo se formó con las inversiones de corporaciones multinacionales de EE.UU., Alemania, China y Japón en la región, sus ejércitos y los cuerpos supra - gubernamentales que los apoyan.

Según Snow el proceso está apoyado en todos los niveles por las más grandes corporaciones, que incluyen a la Cabot Corporation y al OM Group, de EE.UU; a la HC Starck de Alemania; y a Nigncxia, de China. Todas éstas tienen vínculos con el Panel de Expertos de Naciones Unidas para las atrocidades en la RDC. Las redes criminales preparadas y mantenidas por esas compañías multinacionales hacen extorsión, soborno, violación y matanzas.
Esas corporaciones tienen beneficios sin precedentes con la minería del Congo - hasta 6 millones de dólares en cobalto crudo salen a diario de la RDC-, pero casi nunca se menciona a estas compañías mineras en los informes sobre derechos humanos.
Un trabajo de otro periodista que usa el seudónimo Sprocket dice que Sam Bodman, ejecutivo máximo de Cabot durante el boom del coltán, fue llamado por el Presidente Bush en diciembre de 2004 para ser Secretario de Energía. Bajo la dirección de Bodman, de 1987 a 2000, Cabot fue una de las más grandes contaminadoras de EE.UU., lanzando 60.000 toneladas anuales de emisiones tóxicas transportadas por el aire.
Keith Harmon Snow añadió que Nicole Seligman, vicepresidenta ejecutiva y consejera general de Sony, fue consejera legal de Bill Clinton. Muchos que alcanzaron posiciones de poder en la administración Clinton pasaron a puestos altos en Sony Corporation.
Un artículo reciente firmado por Snow y David Barouski, detalla el tejido de corrupción estadounidense y los variados conflictos de interés entre corporaciones mineras como Barrick Gold (la misma que con el apoyo del gobernador Gioja llegó hace poco a la provincia argentina de San Juan) y el gobierno de EE.UU. bajo George Bush (padre), Bill Clinton y George W. Bush.
En todo esto participan también distribuidores norteamericanos de armas como Simax y las compañías que fabrican material de guerra para el Pentágono, llamadas “proveedores de Defensa” como Lockheed Martin, Halliburton, Northrop Grumman, GE, Boeing, Raytheon y Bechtel.
También participan las organizaciones pseudo humanitarias como CARE, que es financiada por Lockheed Martin; el Comité de Rescate Internacional (International Rescue Committe), que tiene a Henry Kissinger en su consejo de inspectores; “Conservation”, cuyos intereses mantienen la vanguardia en la penetración occidental en África Central; y empresas de relaciones públicas y grandes medios de comunicación de circulación nacional como The New York Times.
Sprocket cerró su artículo sobre el genocidio y la tragedia ambiental del Congo señalando que no es sorprendente que esta información no esté incluida en los folletos y manuales que vienen con los teléfonos celulares, computadoras o joyas de diamante. Los teléfonos móviles -sugiere Sprocket- deberían traer etiquetas en rojo que dijeran:
“¡Advertencia!: Este artificio se creó con materiales crudos del África central, minerales raros, no renovables, vendidos para consolidar una guerra sangrienta de ocupación que también ha causado la eliminación virtual de especies expuestas en peligro de extinción. Cuando usted compre un teléfono celular, sepa lo que está comprando. ¡Que tenga un buen día!”